sábado, 7 de junio de 2008

CURSO 1980-81: Octavo de EGB.

Recuerdo especialmente a D. José María que nos daba mates y a Don Jesús que nos daba lengua. ¡Vaya par! El primero compuesto y serio hasta la médula, católico y recto, no podía enseñar otra cosa que dibujo lineal, matemáticas y demás cosas verdaderas… Tenia vocecilla de flautín y conducía las clases sobria y calmadamente, pero cuando se enojaba, cosa que sucedía con seguridad si no nos salían los ejercicios, le subía el volumen a nivel ultrasónico y le daba algún porrazo a la pizarra, espectáculo aterrador con el que nos cagábamos de miedo. Un día se cargó un compás de pizarra a golpes contra un ejemplo que explicaba o un ejercicio que había solucionado incorrectamente un compañero. Recuerdo que aprendimos a hacer ecuaciones por un tubo con él, cosa que nos vino fantástica en el Instituto después pero, qué manía tenían los maestros de aquel entonces de enfadarse hasta la crisis de histeria, si nos equivocábamos o no entendíamos algo.

Don Jesús (Don Hezú) era la antítesis de Don José María. En general, el aspecto del sevillano era muy desaliñado, con su pantalón de tergal con medio culo vacío atras y peligrosamente bajo por los envites de la barriguilla cervecera por delante, los faldones de la camisa a menudo estaban fuera y los jerseis le venían cortos; en cambio, D. José María se vestía como un mádelman del Opus Dei: siempre de punto en blanco. La barba larga y desaliñada del primero, propia de algunos progres de la época, era una engendro caótico que estaba en las antípodas de los rebuscados y trabajados bigotes del segundo. Aquella barba, tal y como nos ha recordado Mª del Mar, era una especie de imán para los mocos, haciendo que cada vez que se sonaba quedase una pequeña muestra secuestrada en la pelambrera, y que luego serpenteaba entre la maraña peluda para repugnancia y cachondeo nuestro. Ha habido quien nos ha congratulado al recordar que en esos resfriados con safaris mucosos, D. Hezú se sacaba mocos que redondeaba con paciencia y una vez la pelotilla estaba a su agrado la tiraba al suelo. Curiosa situación la de aprender lengua de una persona que no habla bien ni la suya propia, pero al menos era una persona amante delo que los docentes denominamos la lección ocasional: ¿que traías una redacción voluntaria? ¿Qué traes El Libro rojo del cole a clases? Pueh ji quiere ujté pué leerlo en vó arta un ratillo. Y así no hacías clase, y lo que es más importante: tampoco tenías deberes después, claro.


Recuerdo el golpe de estado, y que nos llevamos alguna radio al cole para poder seguir el noticiario.
Aquello fué un momento histórico que desde luego, yo no entendía el alcance de las cosas. Hacía unos pocos años, tras la muerte de Franco, en casa se creía que iba a suceder una especie de caos, y ahora con el golpe militar ibamos a ir para atrás... Era como el que se sopla los dedos para calentárselos y luego sopla la sopa para enfriarla. Los mayores no hay quien nos entienda.

2 comentarios:

Mar dijo...

Tienes razón virgilio, yo lo que recuerdo de D. José Mª era un tipo alto con unos pantalones veige y un chaleco de punto granate que parecía un "dandy". La verdad es que era el polo opuesto de D. Jesus.Recuerdo tambíén un compas de madera grande con el que dibujábamos en la pizarra colocandole en un extremo una tiza
Veo que mi Alzahimer empieza a darme una tregua para que recuerde.

Maite dijo...

Kaixo!

De D. José Mª recuerdo que lo tuvimos en varios cursos, y en uno de esos, nos coincidía la clase justo después del recreo. El muy salao, nos hacía sesiones de relajamiento de esas de: cerrar los ojos, las manos y los pies os pesan, estáis tumbados debajo de un árbol y respiráis profundamente.
En fín, llevaba francamente mal que estuviéramos alterados.

Agur!!