
Solterona y catalana, además de catalanista, se enfadaba conmigo porque no hablaba el catalán en público (ahora lo hablo todos los días varias horas). Recuerdo que intentaron enseñarnos hacer raíces cuadradas, que digo yo que para qué sirven las calculadoras… Pintamos un posalápices que era un engendro parecido a un tótem indio de escayola. El mío nunca quedó de mi agrado, además de que me tiraba horas mirándolo porque parecía un objeto de peli de terror, que fuese a cobrar vida en cualquier instante diciéndome algo.
Si mal no recuerdo, fue el año en que más dibujé de mi vida, no sólo lo que me mandaban, además hacíamos tiras cómicas con las películas que veíamos. Luego nos intercambiábamos los rollitos de papel/comic y la diversión estaba asegurada. Creo que a nuestra forma fuimos precursores del videoclub y del Screener, ¡y aún no se había inventado ni el VHS ni el PC!

También nos pusimos en contacto con el libro de la selva por las lecturas de clase, y dimos un salto adelante enorme porque se comercializó el bolígrafo de cuatro colores... ¿los avances técnicos los hemos vivido de dos en dos, Dios mio! Varios cursos para escribir con tinta y de repente tenemos maravillas técnicas como ésta:

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